Los huevos: deliciosos, versátiles… ¡y frágiles! Aunque parezcan inmunes con su coraza, un sencillo error al guardarlos puede transformar ese desayuno perfecto en una amenaza para tu salud. ¿Te suena eso de meterlos y sacarlos de la nevera como si tuvieran billete de ida y vuelta? Los expertos nos advierten: ¡cuidado con las excursiones térmicas!

La costumbre peligrosa que pasa desapercibida

Los huevos no faltan en ninguna cocina. Dan sabor, aportan nutrición y son más adaptables que un actor de teatro. Pero hay una costumbre muy extendida, a menudo subestimada, que pone en jaque su frescura y seguridad: los viajes constantes entre calor y frío.

¿Quién no ha sacado los huevos del frigorífico para que se “atemperen” antes de cocinarlos y, después, los ha vuelto a meter? Pues ese gesto, aparentemente inocente, es terreno fértil para las bacterias. El cambio de temperatura favorece la condensación en la cáscara, creando un escenario húmedo (una fiesta para los microorganismos indeseados). ¿Y hay más? ¡Sí!

Cuando los huevos sufren estas variaciones, la cáscara se contrae y se expande. Traducido: pueden aparecer pequeñas fisuras imperceptibles a simple vista, perfectas para que las bacterias hagan su entrada triunfal. Un detalle que poca gente sospecha en su rutina culinaria.

Salmonella: la bacteria estrella de este drama

Si de bacterias hablamos, el nombre que más debería preocuparnos es claro: Salmonella. Según la Agencia Nacional de Seguridad Sanitaria de la Alimentación, del Medio Ambiente y del Trabajo (ANSES), los saltos bruscos de temperatura aumentan la condensación y facilitan el paso de gérmenes como la salmonela desde el exterior hasta el interior del huevo.

¿Por qué tomárselo en serio? Porque la infección por Salmonella, llamada salmonelosis, es la segunda causa de enfermedades alimentarias en Europa. Suele manifestarse en forma de gastroenteritis, que a veces puede complicarse, sobre todo en poblaciones sensibles. Así que, ante la duda, mejor no jugar con la temperatura de tus huevos, ¿verdad?

¿Cómo conservar correctamente los huevos y proteger tu salud?

He aquí la clave que repiten los expertos: para minimizar los riesgos y mantener los huevos frescos, lo fundamental es una conservación constante a temperatura adecuada. ¿La mejor opción? Al frigorífico, siempre.

Una investigación de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) lo evidencia: los huevos mantenidos un solo día a temperatura ambiente pierden más frescura que los refrigerados durante toda una semana. Guardarlos en el frigorífico reduce drásticamente el riesgo de alteraciones y de infecciones alimentarias.

¿Y cómo debemos usarlos en nuestras recetas? Nada de juegos de ida y vuelta. Simplemente, saca los huevos que necesites, deja que se pongan a temperatura ambiente antes de utilizarlos, pero no los devuelvas a la nevera tras el paseo.

Consejos extra para la máxima frescura y seguridad

Ya está claro: ¡elige un lugar de almacenamiento para tus huevos y sé fiel! Y por si fuera poco, aquí unos puntos sencillos para reforzar la seguridad:

  • Mantén siempre la temperatura de almacenamiento sin variaciones bruscas.
  • No expongas los huevos a ambientes húmedos innecesarios.
  • Evita manipular su cáscara con manos sucias o utensilios poco limpios.
  • Saca solo los huevos que vayas a utilizar y consume el resto tal y como han estado almacenados.

Adoptar buenas prácticas en el almacenamiento y evitar los viajes entre frío y calor nos permite disfrutar todo el sabor y los beneficios de los huevos, minimizando los riesgos para la salud. Ahora, la pelota (o el huevo, mejor dicho) está en nuestro tejado: a guardar bien y cocinar con tranquilidad.