¿Alguna vez te has preguntado por qué esa persona que se sienta a tu lado puede comerse una pizza entera, una tarta y terminar la cena con helado… ¡sin que la báscula ni se inmute? Tranquilo, no es magia ni justicia divina. La ciencia tiene algo que decir al respecto.
Una cuestión de genes: el azar delgada
A nadie le gusta admitirlo, pero la genética no reparte cartas equitativamente en lo que se refiere a la silueta. Según un artículo publicado en ScienceDaily en 2019, existen diferencias genéticas reales que influyen en la apariencia física y, más específicamente, en la facilidad para ganar o perder peso. No es una simple cuestión de fuerza de voluntad, sino muchas veces de biología.
La predisposición a ser delgado está, en parte, escrita en el ADN. El estudio científico señala que las personas delgadas suelen carecer de un pequeño conjunto de genes relacionados con la obesidad. Como si la naturaleza les hubiera hecho el favor de omitir, en su reparto genético, esos genes “problemáticos” que complican la vida (y el pantalón) a muchos otros.
Estudio genético: la comparativa entre extremos
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores compararon el ADN de varios grupos:
- 1.622 personas con bajo índice de masa corporal (IMC).
- 1.985 personas con obesidad grave.
- 10.433 personas con un peso considerado “normal” como grupo de control.
No solo se limitaron a estudiar los genes. A través de cuestionarios detallados sobre sus hábitos de vida, los científicos intentaron descartar que otros factores como los trastornos alimentarios influyeran significativamente en el peso, para centrarse en lo realmente importante: la herencia genética.
¿Qué encontraron? Las personas con obesidad presentaban más frecuentemente un conjunto de genes asociados al sobrepeso, mientras que las delgadas tenían menos de estos genes. De hecho, la investigadora Sadaf Farooqi, de la Universidad de Cambridge, declaró que este trabajo muestra por primera vez que las personas delgadas y sanas lo son en gran medida porque cargan con menos genes que aumentan el riesgo de tener sobrepeso.
¿Merecen medalla los flacos?
No, no se han ganado el cielo ni pueden mirar por encima del hombro a los que luchan con la báscula. Así lo afirma la profesora Farooqi: “Esta investigación muestra, por primera vez, que las personas delgadas y sanas lo son porque tienen menos carga genética que aumenta los riesgos de sobrepeso, y no porque sean superiores moralmente, como a algunos les gusta sugerir”. Un pequeño tirón de orejas para todo el que asocie delgadez con virtud y sobrepeso con falta de voluntad.
Philippe Froguel, endocrino y genetista francés, lo resume con un toque de suspense biológico: “Las personas que no aumentan de peso tienen algo especial: resisten la obesidad”. Así de claro y contundente. Hay factores sobre los que simplemente no tenemos control.
Genética sí, pero… ¿qué podemos hacer?
El entorno y la educación influyen, sí, pero menos de lo que solemos pensar. Aunque la biología y los genes pueden tener la última palabra en algunos casos, hay algo que nunca perderá importancia: nuestras propias decisiones. Como recuerda el estudio, nuestros actos
siguen siendo relevantes.
- Seguir una dieta equilibrada
- Practicar ejercicio frecuentemente
No es solo una cuestión de peso, sino de salud general y de reducir riesgos asociados a la obesidad. Da igual lo que dictamine tu ADN, mimar tu cuerpo con buenos hábitos siempre será una apuesta segura.
En resumen: no todos partimos del mismo punto de salida cuando se trata de controlar el peso, pero podemos hacer mucho por nuestra salud. Y la próxima vez que veas a alguien comerse un postre extra, recuerda: quizás lo que tiene es simplemente menos genes del “club del pantalón apretado”.







