¿Quieres sentirte ligero cada día, como si acabaras de marcar punto de oro en una final? Atento: los expertos en digestión tienen un as bajo la manga, y se llama pan de masa madre. Atrás queda la mítica baguette: el nuevo héroe para tu barriga es más rústico, sabroso y, sobre todo, mucho más amable con tu sistema digestivo. Y no tienes que ser un deportista de élite para aprovecharlo… aunque, desde luego, te puede cambiar el partido (¡y el día!).

El pan de masa madre: un aliado para deportistas… y para todos

Como entrenador y entusiasta del rendimiento, lo tengo claro: para destacar en la pista, primero hay que dominar el cuerpo en toda su extensión, aparato digestivo incluido. No es broma ni exageración: basta un pequeño malestar abdominal para tirar por la borda ese match tan reñido que llevabas en el bolsillo. Por eso, siguiendo el consejo de un reconocido gastroenterólogo, dejé de recomendar la baguette de siempre (que puede dejar el estómago como un ladrillo) y aposté por el pan de masa madre, ideal para optimizar la digestión y regular el tránsito intestinal.

Y la recomendación vale tanto si eres un deportista consumado como si eres de los que no perdonan un buen bocadillo después del trabajo.

Fermentación lenta y beneficios para el intestino

A diferencia de la baguette hecha con harina de trigo industrial, frecuentemente cargada de gluten manipulado, la masa madre se elabora mediante una fermentación lenta y sabia, dirigida por microorganismos como levaduras naturales y bacterias lácticas. Durante este proceso, parte del gluten y de los fructanos se metabolizan. Resultado: una miga mucho más fácil de digerir y mucho menos propensa a provocar hinchazón o molestias abdominales.

De hecho, tras realizar una pequeña prueba interna con mis jugadores durante una semana, pasamos del pan blanco a la masa madre, y las molestias tras las comidas se redujeron notablemente, mientras el sabor y la textura del sándwich triunfaban como siempre.

Un apoyo para el microbioma y el rendimiento deportivo

Aquí está el corazón de la cuestión: el impacto de la masa madre en el microbioma intestinal.

  • Durante un partido de táctica, observé cómo la concentración de un jugador caía en picado cuando le atacaba el malestar digestivo.
  • Al integrar regularmente rebanadas de masa madre en su dieta, mejoró no sólo su resistencia durante el esfuerzo, sino también la velocidad de recuperación después.
  • ¿La explicación? Los probióticos naturales de la masa madre ayudan a mantener el equilibrio de la flora intestinal, fundamental para absorber nutrientes y librarse de problemas digestivos.

La larga fermentación libera vitaminas (con especial mención para las del grupo B), fibras solubles y otros compuestos que alimentan directamente las bacterias buenas del intestino. En la práctica, esto significa menos calambres, mejor asimilación de proteínas y esa sensación de ligereza incluso tras un buen festín antes de un entrenamiento potente. Que levante la mano a quien no le ha pesado la barriga sobre la tierra batida alguna vez después de comer pesado… ¡Con masa madre, eso queda atrás!

Yo mismo lo comprobé durante varios torneos en los que el catering apostaba sin falta por el pan de masa madre: ni somnolencia, ni curva del bajón tras los bocados.

Variedad, sabor y saciedad: un extra para los más exigentes

¿Temes la acidez? No te preocupes. Un buen pan de masa madre, bien trabajado, ofrece un sabor suave y ligeramente ácido, muy lejos de la agresividad de un vinagre o del golpe fuerte del limón. Además, puedes encontrar masa madre de todo tipo:

  • Integral
  • Centeno
  • Espelta

Así, cada quien puede hallar su versión más apetecible y adaptada a sus necesidades. Por ejemplo, cuando uno de mis jugadores se quejaba de hambre feroz a mitad del partido, le sugerí optar por masa madre integral, más rica en fibra, que prolonga la saciedad sin dejarte el estómago pesado.

En resumen: si buscas mejorar tu digestión y tu bienestar diario, dale una oportunidad al pan de masa madre. Podrás disfrutar de tus entrenamientos (o de tus meriendas) sintiéndote más ligero, y quizá hasta acabes ganando ese partidazo… ¡o simplemente el día!