“Oh, cómo me hubiera encantado correr hasta la meta con Tadej”, admite el campeón mundial Van der Poel
Jasper Philipsen y Mathieu van der Poel celebraron juntos tras combinarse a la perfección para darle al Alpecin-Deceuninck una segunda victoria consecutiva en la Milán-San Remo.
El año pasado, Van der Poel atacó por encima del Poggio y ganó en solitario. Este año se unió a Tadej Pogačar en el descenso, pero optó por sacrificar sus posibilidades en el grupo pequeño para trabajar para Philipsen.
En los dos últimos kilómetros, persiguió a los atacantes Matej Mohorič (Bahrain Victorious), Matteo Sobrero (Bora-Hansgrohe) y Tom Pidcock (Ineos Grenadiers) para darle a su compañero de equipo la oportunidad de ganar en el sprint.
Fue un trabajo en equipo ejemplar, una amistad especial y una victoria compartida.
“En el descenso del Poggio le rogué a Mathieu por radio que no trabajara con Pogačar porque tenía unas piernas estupendas”, reveló Philipsen después de la carrera.
“Tengo que agradecerle por lo que hizo. Creo que hizo un trabajo maravilloso recuperando todos los ataques y reteniéndolos para un sprint. Probablemente habría ganado sin él. Podemos estar muy orgullosos como equipo de ganar Milán”. -San Remo dos veces.”
Van der Poel admitió que esperaba llegar hasta la meta con Pogačar, pero luego cambió al Plan B de Alpecin-Deceuninck en la meta de 12 corredores.
“Oh, cómo me hubiera encantado correr hasta la meta con Tadej”, admitió Van der Poel. “Pero entonces Jasper inmediatamente indicó que todavía tenía buenas piernas. Siempre somos honestos el uno con el otro y afortunadamente pude perseguir a Mohorič y a los demás. Tenía que hacerlo, no había tiempo para demorarme.
“Podemos estar muy orgullosos de nuestro equipo. No es fácil ganar este Monumento dos años seguidos. Por supuesto, prefiero ganarlo yo mismo, pero también puedo disfrutarlo”.
Philipsen admitió que sintió la presión después de que el líder del equipo, campeón del mundo, se sacrificara para garantizar que la Milán-San Remo terminara en un sprint.
“Tenía mucho miedo porque no quería cagarla”, admitió.
“He jodido los sprints este año y si hubiera perdido este habría sido una oportunidad perdida para el resto de mi vida”.
Naturalmente, Philipsen elogió la generosidad de Van der Poel.
“Mathieu es el último que piensa en sí mismo, le gusta ayudar a sus compañeros, como yo le ayudé en la París-Roubaix del año pasado.
“Siempre recordaré y estaré agradecido por lo que hizo para darme la oportunidad de ganar un monumento. Quizás nunca vuelva a tener esa oportunidad en mi carrera”.