El velocista japonés pierde 2-1 tras ser penalizado en el segundo sprint
El velocista japonés Ota Kaiya lloró en los Juegos Olímpicos de París después de la competencia de sprint individual de ciclismo en pista masculino el jueves, después de haber pensado que había dado una gran sorpresa al derrotar al británico Jack Carlin solo para ser relegado y luego derrotado en la ronda decisiva.
Los dos velocistas cambiaron de línea, golpearon sus cascos y chocaron los codos durante sus sprints, y los oficiales de la carrera finalmente decidieron que Carlin pasara a la semifinal, donde se enfrentará al campeón olímpico defensor Harrie Lavreysen (Países Bajos).
Kaiya ganó el primer sprint con un giro de velocidad y luego también venció a Carlin en el segundo sprint. Celebró después de un choque de cuerpos a alta velocidad, pero los oficiales anularon el resultado y le otorgaron la victoria a Carlin, dictaminando que Kaiya se movió hacia el interior de la pista cuando Carlin ya estaba allí.
Los dos volvieron a competir codo con codo durante los últimos 250 metros del tercer y decisivo sprint. Carlin pareció salirse brevemente del carril del sprinter, pero superó a Kaiya por 0,014 de segundo y fue declarado vencedor.
Ambos corredores fueron advertidos en la carrera final, Carlin por “movimiento irregular para evitar que el oponente lo pasara” y Kaiya por conducción peligrosa, pero los oficiales dejaron que el tercer resultado fuera a favor de Carlin.
El equipo de Japón solicitó una revisión, pero los oficiales se negaron a cambiar su resultado, dejando a Kaiya llorando.
“Pensé que podía llegar a las rondas de medallas, pero por mi propia ingenuidad no lo logré, lo cual es realmente frustrante”, dijo Kaiya.
“Los jueces miran los detalles y deciden, así que no lo sé realmente, pero creo que me relegaron por acercarme demasiado a mi oponente”.
El entrenador de velocidad de Japón, Jason Niblett, admitió que Kaiya se vio arrastrado a una batalla táctica nerviosa por Carlin, dejándolo a merced de los jueces y de cualquier castigo por montar agresivamente.
“A veces la decisión es la nuestra y otras veces no”, admitió el técnico australiano.
“Lo ideal sería no estar en posición de tener que pelearme con los jueces, pero la sentencia es la sentencia”.