Con tan solo cinco años, Mariana Pajón ya demostraba unas cualidades increíbles montada en una bicicleta. Hoy, la pedalista antioqueña escribió un capítulo más en su rica historia deportiva y se convirtió en el primer deportista colombiano en ganar dos medallas de oro en unos Juegos Olímpicos.
Pero su vida llena de éxitos empezó muchos años atrás y se fue forjando gracias al apoyo de su familia y sobre todo a su talento infinito que dio nuevamente sus frutos e hizo sonar el himno nacional en lo más alto del podio en Río de Janeiro. Pero el primer escollo deportivo que tuvo que sobrepasar a fuera del país fue en Buenos Aires, Argentina, en una competencia de bicicross en las que solo competían hombres y la única niña era Mariana y cuando apena tenía nueve años, pero el resultado fue un primer puesto grandioso y el cual se iba repetir durante muchos años más alrededor de todo el mundo.
Claro que no todo fue fácil en la vida de Mariana. Su familia y en especial su mamá Claudia, asustada por los peligros de un deporte como este intentó persuadir a su hija para que cambiara esta disciplina por la gimnasia o la equitación, pero siempre recibió una negativa de su hija que ya sabía que iba a luchar para lograr su sueño de convertirse en bicicrossita profesional. Al ver a una niña con convicciones tan fuertes impulsó a su familia a luchar junto a ella.
En Colombia y más precisamente en Medellín, Mariana no tenía competencia y sus triunfos eran cada vez más contundentes por lo cual decidieron llevarla a Estados Unidos para potenciar y medirse ante rivales de mejor nivel. Sus primeras carreras en suelo estadounidense fueron como si estuviera en el patio de su casa. Copas y copas llenaban las vitrinas de su casa.
Es por eso que en 2008, con tan sólo 17 años fue invitada en el marco de los Juegos Olímpicos de Beijín 2008 a realizar pruebas pero no podía competir por medalla. Pero fue el momento clave para empezar a soñar con subirse al podio en el evento máximo del deporte mundial. Algo que ya repitió en dos ocasiones en 2012 y 2016 y con tan solo 24 años. Algo que seguramente no se imaginó ni en sus mejores sueños.
Fue el 2008 el año de explosión de la antioqueña. Ganó el Mundial de la UCI en la categoría junior por primera vez y se ganó el apodo de la hormiga atómica, por su velocidad y agresividad en las pistas. En su carrera deportiva hay varios campeonatos mundiales, nacionales, estadounidenses, latinoamericanos y panamericanos, entre otros. Que la convierten sin ninguna duda en una de las deportistas más importantes de la historia del país.
Antes de conseguir su segunda presea dorada, Mariana le dijo a El Espectador: “Un fracaso sería no intentarlo. Yo estoy tranquila porque he dado todo por dejar en alto el nombre de Colombia. A Río iré a seguir haciendo las cosas como lo he hecho siempre. No me pongo presión”. Y lo hizo, una vez más los colombianos están orgulloso de su talento y sobre todo de dejar todo por dejar a Colombia en lo más alto del podio. Seguro que su ejemplo, se verá reflejado en la futuras generaciones de deportista colombianos.