Para obtener los beneficios de la cera, se debe de aplicar siguiendo una serie de instrucciones que varían entre marcas.
Conviene leer el protocolo indicado por cada fabricante, aunque en general, éstas son las normas comunes a todos ellos:
1. La transmisión bien limpia: para que no genere residuos, es muy importante que tanto la cadena como los piñones y poleas del cambio no presenten residuos de aceite y suciedad. Aunque muchas ceras anuncian que se limpian solo con agua, se obtendrá un mejor resultado empleando disolvente, cepillo y un trapo.
2. La cera logra ser tan duradera gracias a que al secarse, queda adherida a las paredes de los eslabones de la cadena, funcionando como capa resbaladiza entre éstos y los piñones y platos, reduciendo la fricción. Por éste motivo, la transmisión además de limpia ha de estar seca en el momento de encerarla, para que la cera pueda secarse y adherirse.
3. Cuidado con los disolventes y desengrasantes, algunos de ellos contienen aceites u otras materias lubricantes que impedirán que la cera se adhiera a la cadena. Por ello es mejor utilizar solo los específicos para bicicleta.
4. Si salimos de ruta antes de que la cera se seque, se perderá rápidamente. Por eso hay que emplearla tras una ruta o varias horas antes de salir a montar, pero nunca justo antes. Normalmente, las marcas establecen un margen superior a una hora.
5. La primera aplicación tiene que ser muy generosa, dejando secar y volviendo a aplicar transcurridos unos minutos. En éstas primeras veces no tenemos que limpiar el sobrante que se produce al aplicarla.
6. No son una solución eterna. Aunque duren más tiempo en la cadena que un aceite convencional, su longevidad depende del tipo de uso que se le dé (duración de la ruta, condiciones climáticas, estado de la transmisión, etc.). Como norma, conviene limpiar y volver a encerar cada tres salidas aproximadamente.