En Noviembre de 2015, 87 intrépidos ciclomontañistas tomaron avión rumbo a Riohacha para realizar un desafío convocado por la empresa Colombia en Bicicleta. La idea era llegar al Cabo de la Vela en un recorrido desértico y plagado de incertidumbres.
Este cabo está ubicado en la península de La Guajira, siendo esta un terreno desértico habitado en su mayoría por el pueblo indígena wayúu. Ellos le llaman a este lugar Jepirra, que en sus conocimientos tradicionales, es el espacio sagrado donde los espíritus de sus difuntos llegan para pasar a lo desconocido.
Los wayúu son el pueblo indígena más numeroso de Venezuela y de Colombia; representan cerca del 11 % de la población del estado Zulia y cerca del 45% de la del departamento de La Guajira. El 97 % de la población habla su idioma tradicional que es el wayuunaiki, el 32 % habla el castellano.
Mucho tiempo atrás, este lugar era casi inhabitado, pero debido a la proyección turística que ha tenido en los últimos a?os, a pocos metros del sitio, en la franja costera al sur, se han asentado chozas típicas para hospedaje y restaurantes para turistas. Este lugar es considerado un paraíso turístico en Colombia.
El desafio inicia con el armado y ajuste de todas las bicicletas que venían en su mayoría en avión, con todas las vicisitudes que esto implica: tensores doblados, llantas pinchadas, aros descentrados, y aunque algunas viajaban por tierra desde Bogotá con el grupo coordinador, también estas necesitaban de sus puestas a punto.
Una noche intranquila en el hotel preveía lo que estaba por venir, y es así como a las 4:00 am inicia la preparación para la jornada, tanto física como mentalmente. Los participantes tensos y ansiosos, abordan los buses que los conducirán al municipio de Uribia, la “capital indígena de Colombia”. La antigua ranchería wayúu de Chitki se la refundó con el nombre de Uribia, en 1935, en honor del caudillo liberal Rafael Uribe Uribe.
En ese cruce de caminos que por un lado lleva a Manaure y sus famosas salinas, y por el otro al interior de Uribia, y en donde se puede degustar chivo asado para desayunar y tortuga de mar, se inicia la puesta a punto final. Los participantes se equipan completamente, protector solar, gafas polarizadas y los últimos ajustes a sus bicicletas. El ambiente es de total emoción y pocos esperaban un recibimiento mejor cuando pasó el tren.
El tren de carbón que pasa por este lugar va y viene de la mina del Cerrejón en Albania, una de las minas más grandes a cielo abierto del mundo, y llega a Puerto Bolivar en el atlántico, considerado uno de los puertos marítimos de carbón más grandes de Suramérica, con tecnología limpia. Es un tren colosal de 509 vagones y que demora más de 5 minutos en pasar por nuestro lado.
Al iniciar el recorrido en bicicleta paralelos a la vía del tren se comienza a sentir la sequedad del paisaje desértico, la aventura, el paisaje exótico inicia y todos se sienten en tierras extrañas. Pero esto no se compara con el sentimiento de adentrarse al desierto de la alta guajira. Planicies llanas con un horizonte infinito en una mesa de billar gigante de color arena, hacen que todos entiendan la necesidad de un guía nativo. No hay vías, ni senderos, solo el horizonte y sutiles huellas en la arena que parecen indicar el camino. El cielo es azul, y después de avanzar unas horas, se ve el mar.
El almuerzo llega como caído del cielo en un oasis de soledad y cuando la temperatura alcanza los 40 grados con una sensación térmica de 45. El calor sofocante, el sol y la sal en el aire son el verdadero desafío. Un pescado frito y un chapuzón en el mar dan las fuerzas necesarias para seguir recorriendo el camino para llegar por fin al Cabo hacia las 6 de la tarde. La visita al faro es inevitable, un ascenso corto en destapado, pero la recompensa en paisaje no tiene precio alguno. Es un momento de contemplación y solemnidad. Cualquier fotografía en cualquier ángulo, sacada con cualquier cámara es digna de una postal.
La noche en la ranchería es fantástica, con la satisfacción del deber cumplido en 98 kilómetros, una exquisita langosta y la primera noche en chinchorro. El clima nocturno es impecable, sesión de chistes a orillas del mar y la compañía del grupo, lo mejor, todos son hermanos de aventura, con recuerdos imborrables.
Colombia en Bicicleta
Proximo Desafio Cabo de la Vela: Octubre 29 y 30 2016
Inscripciones: colombiaenbicicleta.com